Eulalia de Valdenebro  

NATIVAS/FORANEAS


El trabajo de Eulalia de Valdenebro en el proyecto Nativas/Foráneas es constancia de un esfuerzo no solamente por asomarse al mundo vegetal sino por asumir las consecuencias de lo que ese encuentro implica, las consecuencias atañen a nuestra sensibilidad, interrogan nuestras disposiciones políticas, exigen distintas formas de pensar, invitan a la acción. Estas formas de sentir, pensar y actuar están marcadas por el signo de la hospitalidad con un otro al que nos unen rasgos tan hondos como poco evidentes, abrazar la vida vegetal implica pues, la experiencia de la acogida, implica que nos dispongamos ante ese otro con total apertura a lo que este pueda mostrarnos de sí. Abiertos.

Asomarnos al comportamiento de los seres vegetales demanda un esfuerzo singular. Mientras que nuestros nexos con los vivientes móviles que llamamos animales se hacen evidentes cuando ciertas emociones que surgen de manera espontánea ratifican entre nosotros una simpatía fundada en lo que compartimos, eso que compartimos con los vivientes llamados vegetales requiere una especie de silencio de las emociones. Nuestra simpatía debe mutar (transitar otros caminos, componerse de maneras insospechadas) si ha de afirmar el hecho de que ellos y nosotros compartimos el vivir.

Las enredaderas con las que Eulalia nos invita a encontrarnos fueron alguna vez las que poblaron los bosques nativos de la sabana en la que hoy, no sin dificultades, se yergue Bogotá. Paulatinamente esos bosques experimentaron una mutación poblacional, acogieron plantas foráneas, exóticas en virtud de un manejo urbanístico y paisajístico que buscaba instaurar en la sabana una ciudad tan europea como fuera posible. Este designio cambió en diversas etapas hasta que poco a poco parece optar de nuevo por encontrarse con la flora nativa. La práctica artística de Eulalia invita a operar sobre estas exclusiones, nos invita a invertirlas o subvertirlas, tanto por la escojencia de las especies, como por las relaciones que propone entre ellas, opuestas a las practicas comunes de la jardinería.

Las jornadas del bosque han comenzado por enseñar a mirar y distinguir para exigir de la artista formas de movimiento, formas de trasladarlo, de constituir el espacio en la misma medida en que se busca el espacio. la observación ha devenido lectura del tiempo y de la vida, haciendo que los dibujos de Eulalia De Valdenerbro más que documentar dichas experiencias, son la experiencia misma, cada uno implica un encuentro con la singularidad y la estrategia de crecimiento de cada especie.

El dibujo táctil, formado a partir de improntas de las enredaderas mismas ha sido el modo en que Eulalia especula sobre el crecimiento de una hipotética escultura viva pensada específicamente para la ciudad de Bogotá. Anotemos finalmente que el proyecto de Nativas/Foráneas como conjunto, cumple la función política de exponer la viabilidad de un proyecto escultórico que pone en marcha una estrategia de acogida de las nativas devenidas foráneas, el perfil de los cerros delimita una malla, soporte del movimiento de las enredaderas, apoyo para su construcción de espacio y ofrece a estas especies un lugar, un gesto de acogida.

Juan F Mejia M


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